Aquellos que hayan leído mis comentarios en twitter ya sabrán lo que opino acerca de la condena al juez Baltasar Garzón Real, opinión que desarrollo un poco más a continuación.
Nadie puede negar que el derecho a la defensa incluye que el juez instructor no pueda conocer las conversaciones que uno tiene con su abogado. Esta premisa fundamental a veces se olvida y en mi opinión es de donde se debería partir a la hora de analizar los hechos.
Bien es verdad que el caso se ha magnificado y ha creado una mayor expectación mediática por ser el acusado el señor Garzón, juez estrella, otrora candidato en las listas al congreso por el PSOE en 1993 e instructor de algunas de las causas más célebre que han tenido lugar en España (GAL, ETA, Gürtel, etc.) Pero eso no es culpa de los siete (ni más ni menos que siete) magistrados que han dictado una sentencia sin voto particular alguno.
Nadie negará que si las escuchas sistemáticas (importante el hecho de que sean sistemáticas para calificar la conducta como prevaricación) las hubiese ordenado el juez Martínez, la opinión pública no estaría tan dividida y a prácticamente todo el mundo le parecería una barbaridad (y por tanto, lógica la condena) el que un juez ordenase intervenir las comunicaciones de abogados y clientes.
Además, como bien escribe Luis del Pino, que no es que sea de mis periodistas preferidos, todos los que acusan al Tribunal Supremo de haber dictado una condena política, deberían firmar un papel renunciando a su derecho a la defensa y autorizando a cualquier juez a grabar sus conversaciones con sus abogados.
Pueden escuchar asimismo la entrevista que el propio del Pino le hizo al abogado madrileño Juan José Areta.
Me hace gracia también los que afirman que debido a la "arbitrariedad de la sentencia" (sic) el TEDH de Estrasburgo anulará la misma, condenando al Estado Español. No me imagino yo a un Tribunal de Derechos Humanos que se precie entendiendo que es acorde con los derechos humanos el intervenir las conversaciones de los detenidos con sus abogados, digo yo.
Yo ni me alegro ni me dejo de alegrar por la condena al juez Garzón, pero la verdad es que los hechos son bastante claros y la sentencia muy bien fundada. Las protestas de la izquierda española, no dejan de ser juegos florales.
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