viernes, 23 de marzo de 2012

Gente que espera en el segundo plato

Seguimos hablando de costumbres de cortesía social equivocadas (como la ya explicada de llevar vino a las cenas a las que uno ha sido invitado, por ejemplo.)

En este caso, traemos a colación la también bienintencionada, y no por ello menos equivocada práctica, de esperar a que todo el mundo sea servido antes de empezar a comer el plato principal. Hay que destacar que este error no solo se comete en España, sino que es común en la mayoría de los países europeos en los que he estado, donde también se produce la embarazosa situación de ver a la gente que no ha sido servida ordenando comer al pobrecito comensal que está mirando a su plato con una impresionante cara de fastidio por, según él cree que establece el protocolo, no poder empezar a comer. ¡Qué pringao!

Señores, si ustedes están pagando un pastizal por una buena carne o un suculento pescado, coman nada más ser servidos y disfruten de su plato.

A las cenas no se lleva vino

No hay costumbre más bienintencionada y a la vez más errónea que la de llevar vino a una cena a la que a uno ha sido invitado, y más si semejante reprobable conducta se hace sin preguntar de antemano.

Cuando yo invito a cenar a alguien a mi casa, pienso en toda la cena, incluido el vino, que para mí es una parte fundamental. Si alguien me trae una botella de vino, tengo a bien llevarla inmediatamente a la despensa y abrir las botellas que yo tenía preparadas.

Si he sido invitado a cenar a casa ajena, suelo enviar un mensaje ofreciendo llevar vino, o postre, o lo que haga falta. Eso puede entenderse como una norma de cortesía. Aparecer con vino en una cena sin avisar es, desde luego, un error.

Por lo tanto, desde aquí recomiendo a quien sea invitado a comer o cenar a casa ajena, que se gaste el dinero del vino en flores, aceite o cualquier otro regalo para su anfitrión, pero que no cometa la "paletada" de llevar vino sin avisar.

lunes, 19 de marzo de 2012

Reflexiones sobre los controles de alcoholemia

El viernes pasado me hicieron un control de alcoholemia en la provincia de Palencia (provincia en la que no se puede salir a dar una vuelta en coche sin encontrarse con una o dos patrullas de la Guardia Civil) con el mismo resultado que he dado en otras tres ocasiones (en Denia, Tarragona o la Sierra de Madrid), es decir, 0,0, como las cervezas sin alcohol que me tomo cuando tengo que conducir.

No me parece mal que me paren en un pueblo perdido de la provincia de Palencia un viernes a las 12 de la noche, pero dudo de la eficacia del mismo, más cuando las luces de los coches de la benemérita se veían desde mucho antes de llegar al control, por lo que si algún conductor hubiese ido bebido, habría tenido tiempo de sobra para cambiar su rumbo y evitar pasar por delante de los agentes.

Lo que me llama la atención es que en los once años que llevo conduciendo, nunca me han parado en Madrid, que es donde he hecho el 80% de los kilómetros que he conducido y donde he visto muchísima gente conduciendo en un estado bastante mejorable. ¿Que si estoy pidiendo que se aumenten los controles de alcoholemia en la ciudad de Madrid? Por supuesto, con el alcohol al volante no puede haber medias tintas.

Medias tintas que sí existen en España, donde el límite al volante es de 0,50 cuando debería ser de 0,01, y en Italia, donde, de acuerdo con amigos míos, es obligatorio que en los bares figure una tabla que indica lo que debería uno beber de acuerdo con su sexo y si peso para no dar positivo.

A mí estos jueguecitos que hay en España, y en otros países, de cuánto debo beber para no dar, si una cerveza da, si una copa de vino deja de dar, me parece que están fuera de lugar. La filosofía que creo que debería prevalecer es la del "Si vas a conducir, no bebas", pero en esto, como en todo, doctores tiene la Iglesia.


miércoles, 14 de marzo de 2012

Inequitativo e injusto


Valga este post como breve comentario a las palabras del ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, quien ayer martes dijo que descartaba subidas de impuestos “inequitativas e injustas”, en lo que la mayoría de los analistas ha entendido a que se refiere a que el ministro descartaba una subida del IVA.

Lo que es justo o injusto, equitativo o, en palabra inventada por Montoro, “inequitativo”, dependerá del criterio de cada cual, así que, sin entrar a valorar si el IVA es un impuesto justo y equitativo, aquí lo que vamos a hacer es explicar por qué la subida del IRPF que impuso este Gobierno nos parece profundamente injusta por eso mismo, por no ser equitativa. 

Señor Montoro, el IRPF lo pagan aquellas personas que reciben rentas, y principal y mayoritariamente, aquellas que reciben rentas del trabajo, es decir, salarios. Por lo tanto, la subida del IRPF la notaron aquellas personas que tienen un salario y que, además, no pueden escaparse del pago del impuesto, ya que su empleador le retiene de su salario el impuesto, que ingresa directamente en Hacienda.

Así que el Gobierno lo que hizo fue ser no equitativo, ya que solo “castigó” a unos pocos, una parte de la sociedad, los asalariados, que son los que pagan la mayoría de los impuestos.

Otro día hablaremos de los impuestos que pagan los autónomos, los empresarios o perceptores de otras rentas distintas a las del trabajo, pero señor Montoro, no nos venga con cuentos acerca de impuestos “inequitativos” e injustos, cuando lo primero que hizo fue lo más injusto y lo más fácil, subir los impuestos a los que no se pueden librar del pago de los mismos.

domingo, 11 de marzo de 2012

Islandia, revolución bajo el volcán



El libro "Islandia, revolución bajo el volcán" de Xavier Moret es más un libro de viajes que un ensayo sobre la crisis islandesa. No va a encontrar el lector demasiados datos técnicos, ni un análisis económico de las causas y las consecuencias de la crisis islandesa. Sin embargo, el autor, a través del relato de sus encuentros con distintos personajes de la sociedad islandesa, consigue explicar por qué se produjo la crisis y transmitir los valores y forma de ver la vida de los islandeses.

El libro es un documental escrito, que recomiendo a cualquiera que esté un poco interesado en este país de poco más de 300.000 habitantes.

Desde aquí la enhorabuena y el agradecimiento a Xavier Moret por haber escrito el libro.